domingo, 14 de diciembre de 2025

 

Reflejos

De lo que fue Cehegín, en el ahora...

 Gentes y lugares

Una mirada al alma de Cehegín

Hay pueblos cuya esencia no se mide en calles ni en piedras, sino en la huella silenciosa que deja su gente al pasar. Cehegín es uno de ellos. Su casco antiguo, extendido entre cuestas, plazas y miradores, respira una memoria que no pertenece solo al pasado, sino que continúa viviendo en cada gesto cotidiano, en cada portón abierto al amanecer, en cada sombra que cruza la calle Mayor cuando baja la tarde.

Plaza del Castillo



Reflejos nace de esa certeza: la de que el tiempo no se pierde, sino que se transforma, de que un pueblo no se entiende sin su gente, y que su gente no puede entenderse sin los lugares que les dieron forma.Los lugares que recorremos hoy —el Casino, la Estafeta, la Plaza del Castillo, las callejuelas que suben hacia la Magdalena— han sido escenario de cientos de vidas, risas, silencios, despedidas y regresos. Y en cada uno de ellos permanece algo de quienes los habitaron. Sus pasos resuenan todavía, como un murmullo suave que acompaña al caminante atento.

Este proyecto no es solo un ejercicio fotográfico ni un juego comparativo entre ayer y hoy: es un gesto de respeto. Es una invitación a mirar con nuevos ojos aquello que siempre estuvo ahí. Es volver a contemplar los dinteles gastados, los balcones cargados de macetas, los azulejos que han visto pasar generaciones, y comprender que detrás de cada imagen antigua hay una historia de vida; detrás de cada fotografía actual, una continuidad que se mantiene.

Casino de Cehegín, en primer plano
mi abuelo 
Manuel Ruiz Pérez



A través de una mirada volvemos nuestros ojos  hacia atrás para comprender el ahora, y mira al ahora para honrar el ayer. A través de imágenes que se superponen —las antiguas, cargadas de vida, y las actuales, plenas de silencio y persistencia— surge un diálogo entre dos tiempos que no compiten, sino que se abrazan. Cada fotografía es una ventana abierta: un espacio donde pasado y presente se reconocen en la misma luz, en la misma esquina, en la misma baldosa.

Los lugares, a su vez, han aprendido a guardar memoria. Las fachadas conservan gestos; los balcones retienen ecos; las plazas respiran vidas que ya no están, pero que tampoco se han ido del todo. Hay algo profundamente humano en la permanencia del espacio: en cómo las casas vigilan, en cómo las escaleras guardan las prisas, en cómo el aire parece recordar el olor de otro tiempo.

Calle Mesón Viejo



Porque Reflejos es, ante todo, un homenaje.
Un homenaje a las mujeres que se asomaban a los balcones para ver pasar las fiestas; a los niños que corrían con un triciclo por la Estafeta; a los hombres que compartían confidencias en los salones del Casino; a las familias que llenaban las casas del casco antiguo de olor a comida, de voces, de música, de vida. Es también un homenaje a quienes hoy siguen habitando estos lugares, manteniendo viva una forma de estar en el mundo que es ya parte del patrimonio emocional de Cehegín.

Plaza Vieja


Aquí, pasado y presente se miran sin estridencias, con una complicidad tranquila.
Las calles que un día fueron bulliciosas hoy guardan ecos que solo se revelan a quien sabe caminar despacio. Las fachadas, como rostros antiguos, conservan las arrugas del tiempo que les da belleza y verdad. Y las fotografías —las antiguas y las actuales— se convierten en un puente: uniendo generaciones, devolviendo dignidad a lo vivido, recordándonos que somos, también, herederos de quienes nos precedieron.

Aquí, en estas imágenes que se encuentran, Cehegín se mira en dos espejos: en el de lo que fue y en el de lo que es. Y en ese juego de luces, sombras y vidas, descubrimos que nada se ha perdido del todo; simplemente ha cambiado de forma, como cambia la luz al girar una esquina.

Plaza del Mesoncico


Reflejos, gentes y lugares es, así, una manera de agradecer. De reconocer que Cehegín es más que un lugar: es una memoria compartida. Un territorio donde cada piedra guarda una confidencia, donde cada esquina es un capítulo de la historia íntima del pueblo. Mirar estas imágenes, detenerse en ellas, comparar lo que fue y lo que es, es un acto de cariño hacia la identidad profunda de este rincón del mundo.

Cuesta Moreno


Por eso Reflejos es más que un proyecto fotográfico.

Es un acto de escucha hacia lo que permanece.

Es un homenaje silencioso a quienes hicieron del casco antiguo un hogar compartido y a quienes aún hoy lo mantienen vivo con su presencia, su cuidado y su identidad.

Que este proyecto sirva, entonces, como puerta abierta.

Como mapa emocional.

Como espejo donde se encuentren quienes fueron, quienes somos y quienes seremos.

Porque en Cehegín, cada persona y cada lugar son reflejos de una misma luz antigua que aún nos acompaña.

Que estas páginas inviten a mirar con más calma, a reconocer lo que aún late bajo cada piedra, a honrar a quienes caminaron antes y a quienes seguirán caminando después.

Porque Reflejos, gentes y lugares es, al fin y al cabo, una forma de decir:
“Aquí estuvimos, aquí estamos, y aquí seguimos siendo.”