jueves, 5 de enero de 2012

Y llegaron de Oriente.










  Eran... ¿magos?, ¿reyes?, ¿astrónomos?, historia, cuentos y leyendas que se entrelazan, con una soltura inusitada, para que unos dos mil doce años después, aún continuemos hablando de estos insignes personajes para los que apenas pasa el tiempo. Para creer en ellos la fe es fundamental, o creemos que vinieron o no lo creeremos, pero lo que si es cierto que su existencia se sostiene sobre diversos escritos de la época, todos ellos de gran valor y fundamento. Sobre ellos se estructuran muchos de los sucesos que tuvieron lugar en el mundo antiguo.A poco que pensemos en ello, a nadie se le escapara que se trata de un rito navideño, que nos muestra una capacidad inusitada de supervivencia, tan real como lo demuestra la importante carga emocional que lleva consigo esta celebración: gestos, signos, todos los actos que envuelven este "teatro" que protagonizan como actores principales padre e hijos. Diferente según se trate de unos o de otros y cargado de tensión y afecto. Pese a todo su mera existencia nos puede hacer pensar en una contradicción, por que quienes lo practican, aún cuando se sienten afectados por su gran densidad emocional, no dudan, en la mayoría de los casos en proclamar su "descreimiento". Pese a todo el mito sobrevive pese a su anacronismo.Ahora pensemos bien en ello, y desde nuestro yo interior, cuando todos los que participamos en esta "celebración", aunque podamos afirmar no creer en los Reyes Magos, en ese fuero interno no queremos a pesar de todo prescindir de ellos, recordando siempre la emoción con la que acudíamos siendo niños a ver la Cabalgata.

   Yo los sigo esperando año tras año en esta Noche de Reyes.

   Y que llenen nuestros hogares de la paz y la felicidad necesarias para ir tirando, que falta nos hace.