Nuestro Padre Jesús Nazareno de Cehegín: memoria, forma y espíritu de una imagen perdida
Hay imágenes que, aun desaparecidas, siguen viviendo en la memoria de un pueblo. La antigua imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno, titular de la cofradía del mismo nombre en Cehegín, pertenece a esa estirpe de presencias que, aunque arrebatadas por la violencia de la historia, no han dejado de caminar —lentas, silenciosas, intensas— por las calles estrechas del casco antiguo. A través de las fotografías antiguas, de los inventarios conservados y de los testimonios de los mayores, podemos reconstruir no solo su forma, sino algo mucho más hondo: su carácter, su unción y su espíritu.
1. La imagen en su retablo: el Nazareno que velaba Cehegín
La primitiva talla de Jesús Nazareno estuvo históricamente vinculada a la iglesia de la Purísima Concepción, donde ocupaba un retablo lateral que actuaba como centro devocional de la Cofradía. En diversos Libros de Visitas Pastorales del siglo XVIII y XIX se alude a este retablo como “el altar donde recibe culto Jesús con la Cruz a cuestas”¹.
Era, por tanto, una presencia constante en la vida cotidiana: los fieles se acercaban a tocar la Cruz, a depositar limosnas, a encender velas por los enfermos; los niños crecían viendo ese semblante inclinado y aquel gesto de mansedumbre. La imagen, profundamente arraigada en la espiritualidad local, formaba parte de la identidad de Cehegín.
2. Descripción de la imagen: un Nazareno de devoción y lamento
La fotografía antigua conservada —reproducida arriba— revela un Nazareno de vestir, siguiendo la costumbre dieciochesca del sureste español. Sus rasgos permiten entrever varios elementos:
Cabeza inclinada hacia la derecha, marcada por un dolor sereno y profundamente humano.
Corona de espinas rígida, posiblemente tallada, que se hunde ligeramente en la frente, según se aprecia por la sombra marcada en la fotografía.
Cabello natural o imitación de pelo natural, muy largo, cayendo sobre los hombros en mechones espigados.
Manos expresivas, de dedos alargados, abrazando la Cruz con gesto firme pero no crispado.
Cruz de talla, ligeramente inclinada hacia adelante, probablemente de madera oscura sin excesiva ornamentación.
Túnica bordada en ricos motivos vegetales, claramente apreciables en la imagen: roleos, hojas carnosas, flores, siguiendo un patrón que recuerda a los bordados murcianos decimonónicos.
Talle estilizado, propio de las imágenes de vestir con cuerpo de candelero o armazón.
El conjunto transmite un equilibrio entre solemnidad, pathos y dulzura, rasgo que conecta con la estética de la imaginería murciana posterior a Salzillo.
3. Contexto estilístico: raíces murcianas y ecos peninsulares
Aunque la autoría exacta del Nazareno se ha perdido con el tiempo, su fisonomía encaja bien con la escuela murciana del siglo XVIII–XIX, caracterizada por la influencia de Francisco Salzillo, cuyos seguidores diseminaron modelos por las parroquias rurales del antiguo Reino de Murcia.
Elementos como:
la cabeza ladeada,
el gesto compasivo más que trágico,
la mirada baja,
la barba partida en dos mechones,
la presencia de túnicas ricamente bordadas,
encuentran paralelos en imágenes como:
el Nazareno de Murcia atribuido a Roque López,
el Nazareno de Cieza,
algunos modelos granadinos tardobarrocos vinculados al círculo de Mora y Risueño.
Todo ello sugiere que la imagen ceheginera pertenecía a una iconografía ampliamente difundida, pero reinterpretada en clave local, con una sensibilidad propia, quizá obra de un maestro o taller regional aún por identificar.
4. La devoción: una imagen que caminaba con su pueblo
La Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno aparece documentada en inventarios parroquiales del siglo XIX y en anotaciones de procesiones de Viernes Santo, donde se mencionan pagos de música, cera, arreglos de túnicas y composturas de la Cruz².
La imagen formaba parte esencial de la llamada Procesión de los Pasos, saliendo desde la iglesia de la Concepción y recorriendo las calles del entorno en un ambiente de recogimiento. Los testimonios orales hablan de un Nazareno “que pesaba poco y con el que se andaba bien”, lo que sugiere un cuerpo de armazón ligero y fácil de portar.
5. La pérdida en 1936: ausencia, llaga y memoria
Durante los episodios iconoclastas del verano de 1936, el Nazareno fue destruido junto a otras imágenes de la Concepción y de la Magdalena. Las actas municipales y los relatos recogidos por cronistas locales confirman la pérdida total³.
La desaparición de esta imagen dejó una herida espiritual profunda: Cehegín se quedó sin el rostro que había encabezado durante más de un siglo la penitencia, las promesas, los silencios, las mandas y las lágrimas de sus cofrades.
Aquel Nazareno no era solo un objeto artístico: era un interlocutor. Y su ausencia se sintió como se siente la ausencia de alguien querido.
6. Lo que permanece: la imagen como legado
A pesar de su pérdida material, la imagen sigue siendo memoria viva en Cehegín. Su iconografía pervive en fotografías antiguas, en los retazos de túnicas conservadas, en los relatos transmitidos por las familias, y sobre todo en el corazón de quienes lo vieron procesionar.
Este Nazareno fue un puente entre generaciones. Su rostro inclinado, su túnica bordada y su Cruz abrazada con dignidad siguen inspirando la espiritualidad local y el espíritu penitencial de la Cofradía.
Como toda imagen que ha sido amada, continúa caminando por Cehegín aunque ya no pueda verse.
Notas
Archivo Parroquial de Santa María Magdalena de Cehegín, archivo de la Diocesis, Libro de Visitas Pastorales, varias entradas entre 1760 y 1850 que describen los altares de la iglesia de la Concepción.
Rebuscos de bienes de la Cofradía de Jesús Nazareno, (copias parciales conservadas en publicaciones, legajos, revistas semana santa y otros documentos como actas notariales, inventario de bienes de la Iglesia de la Purísima Concepción, etc...).
Actas Municipales de Cehegín, sesión extraordinaria de agosto de 1936, donde se registran los daños en edificios religiosos.
Bibliografía básica consultada
Rubio Paredes, J.: La Imaginería Procesional en el Reino de Murcia. Murcia, 1987.
Molina Palazón, J.: Semana Santa en el Noroeste Murciano: Historia y Patrimonio. Caravaca, 2002.
López de los Mozos, F.: Inventarios Parroquiales Murcianos del Siglo XIX. Murcia, 1995.
García Sainz, A.: El Arte Devocional en la Región de Murcia (1700–1900). Murcia, 2010.

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